Hablo con mi hijo de los entresijos de la crianza -mientras su hija, mi nieta, que hace poco que anda, merodea a nuestro alrededor en incesante actividad: sacando libros de los estantes bajos de la librería, lanzando los juguetes esparcidos que encuentra a su paso, mordisqueando una pelota de espuma,...-; hablamos de libros sobre el desarrollo del bebé, de sus dudas sobre qué y cómo hacer esto y lo otro, de los cambios que la paternidad está operando en él, en su perspectiva de la vida, en su perspectiva sobre sí mismo. Hablo con él de estas cosas con confianza, porque es nuestra forma de conversar desde hace tiempo, en pie de igualdad; es un adulto y como tal a veces me parece que yo sé más que él sobre algunas cosas y a veces es él quien me muestra o me hace pensar algo nuevo. Mientras repone los libros en su sitio y va a la cocina a buscar un plátano para la pequeña destróller, me habla de la clausura de la etapa de juventud con su desorientación y sus heridas abiertas, de
A LA INTEMPERIE
Si una entrega su vida a la creatividad, renuncia para siempre a la posibilidad de ser una buena chica. (Erica Jong, "Miedo a los cincuenta")