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Con los cinco sentidos

https://es.wikipedia.org/wiki/Cupido#/media/Archivo:Cupid_with_a_Butterfly-LAmour_au_papillon.jpg
No le oyeron llegar. No oyeron el chirrido característico del ascensor en el rellano, ni la llave en la puerta, ni el golpe de la mochila contra el suelo de la entrada. Ya no se acordaban de escuchar hacia dentro de la casa después de tantos días de solo sus ruidos en el gran piso comunitario. 
Estaban en el cuarto de Ana con la puerta cerrada y la ventana abierta. En el patio, el extractor de la sala de fiestas ya había empezado a funcionar; no se oía tan fuerte como al principio, unos meses atrás, cuando los vecinos se amotinaron, pero el zumbido monótono amortiguaba los sonidos del mundo y les aislaba tan eficazmente como el aire húmedo y caliente, que entraba a rachas por la ventana de par en par oliendo a tierra mojada, y la fina capa de sudor que los envolvía persistente desde hacía horas, ya se abrazaran asaltados por el deseo que llegaba de golpe, a rachas, como el viento de lluvia, o sólo charlaran y se rozaran levemente con los dedos, incapaces de dejar la piel totalmente fuera de la conversación.
No oyeron los pasos por el pasillo ni los silbidos, que era la manera característica de Jordi de preguntar si hay alguien en casa. No esperaban oír nada, para ellos los demás seguían de vacaciones, se habían olvidado de cómo era cuando el piso estaba lleno. No tenían oídos más que para el murmullo de sus palabras mutuas que se había ido haciendo cada vez más secreto, como la penumbra que los rodeaba, porque la tarde había ido apagándose sin que sintieran la necesidad de encender la luz. De vez en cuando alargaban el brazo hasta la mesilla para coger a tientas un puñado de uvas del plato que Jaime había traído de la cocina en un arrebato, en algún momento de las largas horas de lo que había empezado siendo una siesta, apelmazados por la digestión y el bochorno, y había acabado en encierro voluntario en el cuarto de Ana, como la tarde anterior y la otra y todas las tardes hasta siete de esa inesperada semana compartida.
Oyeron, sí, los golpes en la puerta del cuarto, cuando Jaime mordía una uva y retenía la pulpa sobre la lengua jugosa y reía bajito mientras buscaba los labios de Ana que se quedaba quieta en medio del beso agridulce y se acordaba de golpe del día del mes en que estaban, de los exámenes de septiembre …y de Jordi.


ILUSTRACIÓN:
Cupido con una mariposa, obra de William-Adolphe Bouguereau. 1888.
https://es.wikipedia.org/wiki/Cupido#/media/Archivo:Cupid_with_a_Butterfly-LAmour_au_papillon.jpg