https://i.pinimg.com/564x/2e/1c/a7/ 2e1ca7ec6d11b6fa064a0c5116a3c4b0.jpg Cuando el niño llegó, estaba triste. Ella salió a recibirle a la puerta, le abrazó y le habló con esforzado entusiasmo, pero él respondió con desgana y se escabulló por el pasillo, silencioso, absorto, y se sentó apático en el sofá con los ojos fijos en el televisor apagado.Dentro de ella una voz gritaba, No! No! No! pero la realidad estaba ahí, pertinaz. Ya hacía unos cuantos domingos alternos que el niño volvía de estar con su padre con esa desolación en la cara, no había forma de negarlo. El padre lo había dejado en el portal porque, Ya es mayorcito para poder subir solo los tres pisos de escaleras. Ella había saludado al padre por el interfono con una cordialidad impostada, sólo ansiaba ver la carita de su hijo con la suplicante esperanza de que aquello, fuera lo que fuera, que lo hacía tan desdichado cuando volvía de estar con su padre, hubiera desaparecido. Había salido al rellano para mirar por el hueco de ...
Si una entrega su vida a la creatividad, renuncia para siempre a la posibilidad de ser una buena chica. (Erica Jong, "Miedo a los cincuenta")